Revista Latina de Comunicación Social La Laguna (Tenerife) -
enero de 2001 - año 4º - número 37 D.L.: TF - 135 - 98 / ISSN: 1138 – 5820 http://www.ull.es/publicaciones/latina
[noviembre de 2000] Influencia de la historia de España (del siglo XII al XIX)
en el periodismo especializado en ciencia (5.567 palabras - 11 páginas) Dr.
Carlos Elías © Investigador del programa FPI en el Departamento de Ciencias de
la Información (Universidad de La Laguna)
Siglo XII: un buen comienzo con los árabes La ciencia entró
con buen pie y en épocas muy tempranas en España, pues no en vano fue con los
árabes de Al Andalus, con quienes se extendió por Europa el saber científico de
la antigüedad tras el paréntesis de la Edad Media en la cual, por razones
históricas que no vienen al caso, se produjo una involución en el mundo
cultural occidental. Sin embargo, este luminoso comienzo no ha tenido, al menos
hasta ahora, un final feliz, al menos acorde con las perspectivas favorables
que se presagiaban a comienzos de este milenio. Así, si consideramos españoles
a los nacidos en la península ibérica, España comenzó su andadura en la ciencia
moderna con científicos como Azarquiel, quien vivió hacia 1100. Se le considera
uno de los perfeccionadores de las tablas astronómicas modernas, las cuales
incluían sus descubrimientos sobre el movimiento del apogeo solar, la
oscilación secular del plano de la elíptica o la no circularidad de la órbita
de Mercurio. También debemos destacar la figura del médico y filósofo Averroes
(1126-1198), a quien muchos -entre ellos Juan Vernet en su 'Historia de la
ciencia de española' (1)- lo consideran como, posiblemente, el español que
mayor influjo ha ejercido sobre el pensamiento humano. Junto a Averroes también
debemos señalar a Maimónides (1135-1204). Los dos, nacidos en la España
andalusí, durante el periodo árabe, contribuyeron de forma muy notable a que la
medicina, la astronomía, las matemáticas, la botánica y la geografía figuraran
entre las ramas de la ciencia que prosperaron en Al-Andalus (2). En el siglo
XII España era el territorio del mundo donde, en proporción a sus habitantes,
más talentos se dedicaba a la ciencia, según refieren las investigaciones de
Millás Vallicrosa y Vernet. José Manuel Sánchez Ron asegura, también, en su
libro 'Cincel, martillo y piedra' (3) que la Hispania cristiana fue también
importante para la conservación del acervo del conocimiento científico
acumulado desde la antigüedad a la culturalmente tosca y atrasada Europa. Añade
que el contacto con las civilizaciones antiguas se estableció principalmente a
través de las traducciones árabes, que después de transvasar los tratados
griegos, persas e indios y de acrecentarlos grandemente, fueron a su vez,
vertidos en latín e, incluso, en alguna de las lenguas romances. Esa magna
tarea se hizo en el lugar que hoy llamamos España, principalmente en Toledo.
Fueron los habitantes de esta ciudad, reconquistada de forma definitiva en
1085, los que se embarcaron en la tarea de llevar los saberes de la antigüedad
helénica a Europa. En Toledo había numerosas y ricas bibliotecas árabes, cuyos
libros eran fácilmente comprensibles para los mozárabes que habitaban en ella a
los cuales les era indiferente redactar sus documentos en latín o en árabe. No
en vano en aquella ciudad convivían las tres lenguas cultas de la época: el
árabe, el latín y el hebreo. Esta circunstancia favoreció que numerosos
eruditos europeos acudieran a ella a mejorar sus conocimientos. El carácter
internacional de esa extraordinaria actividad centrada en España y que supuso
la gran empresa de verter la ciencia, técnica y filosofía desde el idioma árabe
al latín, una lengua que había estado en gran medida al margen de esos temas,
hizo del país el principal impulsor del desarrollo científico en Europa. Es una
circunstancia muy poco valorada debido, sobre todo, a que ese buen comienzo se
truncó definitivamente en el siglo XIX, aunque el declive comenzó en el XV,
justo cuando la ciencia comenzaba a dar sus primeros pasos tras su nacimiento
en las culturas clásicas y la hibernación de estos saberes durante la Edad
Media. La extraordinaria actividad en la ciudad de Toledo en el siglo XII y,
sobre todo, de su Escuela de Traductores así como su influencia en la
construcción europea ha sido estudiada, entre otros, por Edward Grant (4)
quien, incluso, junto a Millás Vallicrosa, ha investigado la figuras de
notables traductores como Platón de Tivoli, Gerald de Cremona, Robert de
Chester, Hermann el Dálmata, el judío converso español Mosé Sefardí de Huesca
quien tomó, al ser bautizado el nombre de Pedro Alfonso; Rodolfo de Brujas o
Juan de Sevilla. Sánchez Ron escribe en su libro 'Cincel, martillo y piedra'
(5): "Si esto fue así (la importancia en el trasvase de los saberes antiguos
a la cultura medieval europea llevada a cabo por la Escuela de Traductores de
Toledo) hubo un tiempo –siglos, no años- en los que el suelo de la Península
ibérica no fue hostil, sino todo lo contrario, al cultivo y conservación de la
ciencia, constituyéndose los naturales de esa tierra en adelantados de la
ciencia europea". (Sánchez Ron, 1999: 15