Las olimpiadas
de 1968
Tito Chaín
Vió
por televisión la apertura de los juegos de la XIX olimpiada aún con el pavor que sufrió hace diez noches. Minutos después abrió el libro y así
pudo saber quiénes son los criminales. En julio del 68 andaba también de
teatrero en la capital y deambulaba por los cafés del centro. Por los diarios
supo de una bronca grande entre estudiantes de las prepas de la unam y el poli,
él era del poli de la Esia, de Zacatenco, de ingeniería, a la cachi cachi
porra, pero también andaba en la onda del
teatro. Por esa bronca los granaderos entraron a las prepas y a las
vocacionales, golpearon feo a profesores y alumnos. Los estudiantes protestaron y se pusieron en
huelga, los volvieron a golpear los granaderos y policías más feo hubo hasta
muertos y detenidos, entonces la huelga creció. Se quedó sin clases y sin
teatro. Por José Alcalá entró a una compañía de seguros a trabajar de
calculista de pólizas frente a la alameda. El presidente se llamaba entonces
Gustavo y mandó al ejército ocupar la universidad y el poli, el portón de
la prepa del centro la derribaron los
soldados de un bazucazo y metieron golpeados a muchos estudiantes a las
cárceles. Se creó un comité nacional de huelga y se pidió libertad a los presos
políticos, destitución de los jefes
policiacos, desaparición de los granaderos, derogación del artículo 145 y
145bis del código penal sobre disolución social, indemnización por muertos y
heridos víctimas de la represión y por último el castigo a los culpables. El 13
de septiembre hubo una gran marcha multitudinaria silenciosa, pudo verla desde
el techo de un camión de la escuela sobre la plancha del zócalo, luego muchos
se quedaron a acampar ahí. En la madrugada el ejército levantó a todos y se los
llevaron golpeados y presos. Todo empeora para el movimiento de protesta. El 2
de octubre se hace un gran mitin en Tlatelolco y es atacado por soldados y
policías a balazos y mueren muchos, otros muchos fueron presos y de alguna
manera, raspado, logró salir. Todo había terminado. Dos días después salió de
la capital rumbo al norte, el día 12 de octubre vió por el televisor la
apertura en la capital de los juegos de la XIX olimpiada. La semana siguiente
al leer un libro, sin haberlos buscado, conoció por fin conocer quienes son los
criminales, leyó en voz alta, como le recomendó su profesor de la primaria,
pronunciando calmadamente las palabras: El gobierno del Estado no es más que la
junta que administra los negocios comunes de la clase burguesa. Mientras exista
la propiedad privada, vuestro Estado, aunque sea una república democrática, no
es otra cosa que una máquina en manos de los capitalistas destinada a aplastar
a los obreros, y cuanto más libre sea el Estado, con tanta mayor claridad se
manifiesta este hecho. El Estado aparece como un producto del carácter irreconciliable
de las contradicciones de clase, la anatomía de la sociedad civil hay que
buscarla en la economía política. El Estado por regla general pertenece a la
clase más poderosa, la clase económicamente dominante que se reserva el uso
“legal” de la violencia. Al año siguiente en Broadway en Time Square, en el
foro de un teatro, envuelto en su
personaje, para la próxima puesta en escena, con sinceridad ensayaba y declamaba: To be, or not to be -that is the
question…
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