Se iba a colocar un hombre contra un muro y tirar sobre él hasta que reventara: que fuera yo o Gris u otro era igual. Sabía bien que era más útil que yo a la causa de España, pero yo me cagaba en España y en la anarquía; nada tenía ya importancia. Y sin embargo yo estaba allí, podía salvar mi pellejo entregando a Gris y me negaba a hacerlo. Encontraba eso cómico: era obstinación”. Según Sartre: “El hombre está abandonado porque no encuentra ni fuera de sí mismo una posibilidad de aferrarse. No encuentra ante todo excusas”. Trasladado a El Muro, lo que Pablo trata de encontrar es alguna razón que provenga del exterior que lo obligue a tomar una decisión y lo libere de la presión de poder elegir. Una razón justamente podría ser salvarse, pero eso implicaría una acción totalmente voluntaria –entregar a Ramón Gris-. Era justamente Sartre el que decía que el hombre está condenado a ser libre y esto le genera angustia. Aun estando prisionero, el protagonista del cuento puede elegir, tiene cierto grado de libertad.Sartre logra crear un ambiente frío, oscuro y de suspenso de gran altura pero que nunca distrae al lector de lo verdaderamente importante de la historia: ¿Cuánto vale la vida? ¿Y qué le da valor? Un giro inesperado en la historia lleva al desenlace. Para ese entonces Juan no es el mismo que nos comenzó a contar sus últimas horas y no es de sorprender su reacción final.
Y nosotros
desde entonces
ya no somos los mismos
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