¿Democratización de los medios?
Francsico Javier Chaín Revuelta
El concepto “democratización de los medios” no tiene un significado real dentro de los términos del discurso político. De hecho, la frase tiene un sentido paradójico e incluso subversivo. La participación ciudadana se consideraría una violación de la libertad de prensa, un golpe asestado contra la independencia de los medios de comunicación que pueda ir en contra de la misión que tienen comprometida de informar al público sin temor ni favor.
Detrás de la
frase están las creencias acerca de cómo los medios de comunicación hacen la
función y la forma en que deben funcionar dentro de nuestros sistemas
democráticos, y también están ciertas concepciones implícitas de la naturaleza
de la democracia. Estos son temas que se deben considerar.
La imagen común
del funcionamiento de los medios de comunicación es que tenemos una prensa
cascarrabias, una prensa obstinada, una prensa omnipresente, la cual deben
sufrirla los que detentan la autoridad con el fin de preservar los mayores
valores de la libertad de expresión y el derecho del pueblo a saber.
Es común también
escuchar que los medios de comunicación no siempre fueron tan independientes,
vigilantes y desafiantes de la autoridad como lo son hoy, debido a que
aprendieron a ejercer el poder de informar acerca de nuestra vida exponiendo lo que consideren adecuado para
difundir sin tener en cuenta las presiones externas o las demandas de estado o
del poder privado.
En los últimos
años ha habido mucho debate sobre los medios de comunicación pero en las
discusiones no se trata el problema de la “democratización de los medios de
comunicación” para liberarlos de las limitaciones del poder estatal y del poder
privado.
Más bien la
cuestión que se debate es si los medios de comunicación no han traspasado los
límites adecuados o se han escapado de las restricciones apropiadas (1) al grado
de poner en peligro la existencia de las instituciones democráticas, en un
desafío polémico e irresponsable de la autoridad.
Por lo anterior
a nadie debe extrañar las posturas de quienes se autoproclaman autoridades morales,
como la sucedida durante el reciente vuelo de Sri Lanka a Filipinas, donde Francisco,
el Papa de Roma, volvió a condenar el ataque contra la revista francesa Charlie
Hebdo y donde “pontificó” a los periodistas que lo acompañan que "en la
libertad de expresión hay límites" agregando "Si alguien dice una
mala palabra en contra de mi mamá, puede esperarse un puñetazo", eso dijo
(1)
"En la libertad de expresión hay lílites" "Si alguien dice una mala palabra en contra de mi mamá, puede esperarse un puñetazo"
"En la libertad de expresión hay lílites" "Si alguien dice una mala palabra en contra de mi mamá, puede esperarse un puñetazo"
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