La "civilización" occidental
Islamofobia epistémica en
las ciencias sociales
Ramón Grosfoguel
El
racismo epistémico en su forma de islamofobia epistémica es una lógica fundacional
y constitutiva del mundo moderno-colonial y de sus formas legítimas de
producción de conocimiento.
Desde
el siglo XVI, los humanistas europeos y los orientalistas occidentales han
venido argumentando que el conocimiento islámico es inferior al de Occidente.
Los
debates sobre los moros en la España del siglo XVI estaban llenos de concepciones
islamofóbicas epistémicas (Perceval, 1992; 1997).
Luego
de la expulsión de los moros a principios del siglo XVII, la interiorización de
los "moros" continuó siguiendo un discurso islamofóbico epistémico.
Pensadores
europeos de influencia en el siglo XIX, como, por ejemplo, Ernst Renan,
"...argumentaban que el Islam era incompatible con la ciencia y la
filosofía" (Ernst, 2003: 20-21).
De
manera similar, en las ciencias sociales tenemos manifestaciones concretas de
islamofobia epistémica en el trabajo de las teorías sociales clásicas de las
ciencias sociales patriarcales centradas en Occidente, como Karl Marx y Max Weber.
Como
dice Sukidi:
“El
Islam, siguiendo a Weber, era el polo opuesto al calvinismo.
No
había un doble filo en la predestinación del Islam.
Por el contrario, como manifiesta Weber en su
Ética Protestante (cap. 4, n. 36), el Islam contiene una creencia en la
predeterminación, no en la predestinación, que concierne al destino de los
musulmanes en este mundo, no en el próximo.
La
doctrina de la predestinación de los calvinistas, que los condujo al trabajo
duro como una obligación (vocación, inclinación), no se evidencia entre los
musulmanes.
En
realidad, decía Weber, 'lo más importante, la prueba de un creyente en la
predestinación, no jugaba ningún papel en el Islam'.
Sin
el concepto de predestinación, el Islam no podía dar creyentes con actitud
positiva hacia las actividades mundanas.
En
consecuencia, los musulmanes están condenados al fatalismo.
Las
racionalizaciones sobre la doctrina y la conducta de vida eran ajenas al Islam.
Weber
utilizó la creencia en la predestinación como concepto clave para explicar la
racionalización de doctrina y conducta de vida.
En
el calvinismo, la creencia en la predestinación podía ciertamente generar un
rigor ético, un legalismo y una conducta racional en las actividades mundanas.
Nada
de esto se encuentra en el Islam. Por consiguiente, la creencia del Islam en la
predestinación no condujo a la racionalización de una doctrina y una conducta
de vida.
En
verdad, convirtió a los musulmanes en fatalistas irracionales.
El
'Islam', según Weber, 'se desvió completamente de toda conducta de vida
realmente racional con el advenimiento del culto a los santos y, finalmente,
por arte de magia'” (Sukidi, 2006, p. 197-200).
Si
seguimos la lógica de Weber hasta sus últimas consecuencias, es decir, que los
musulmanes son irracionales y fatalistas, entonces ningún conocimiento serio
puede provenir de ellos. ¿Desde qué geopolítica del conocimiento piensa Weber
acerca de los musulmanes?
La
geopolítica del conocimiento es la islamofobia epistémica de los
orientalistas
franceses y alemanes que se repite en el veredicto de Weber sobre el Islam.
Para Weber, sólo la tradición cristiana es la que hace surgir el racionalismo
económico y, así, al capitalismo moderno occidental.
El
Islam no puede comparase con la "superioridad" de los valores
occidentales en cuanto carece de individualidad, de racionalidad y de las
ciencias.
Las
ciencias racionales, y su derivado, la tecnología racional, son, de acuerdo con
Weber, desconocidas en las civilizaciones orientales.
Estas
manifestaciones resultan bastante problemáticas.
Estudiosos
como Saliba (2007) y Graham (2006) han demostrado la influencia de los
desarrollos científicos del mundo islámico en Occidente, tanto en las ciencias
como en la filosofía moderna.
La
racionalidad era un principio central de la civilización islámica.
Mientras
Europa se hallaba en la superstición feudal oscurantista conocida como Edad
Media, la Escuela de Bagdad era el centro mundial de la creatividad y la
producción científica e intelectual en el mundo durante varios siglos.
Los
desarrollos de la civilización islámica en la astronomía (concibieron que la
tierra no es el centro del universo 800 años antes que occidente), la medicina,
la biología, la física, la química, la matemática, la arquitectura y la
filosofía (tradujeron y difundieron los filósofos griegos en el mundo cristiano
europeo antes de 1492) fueron fundamentales para el mundo.
La
deuda de occidente con el Islam es enorme, al punto de que para poder situarse
a partir de 1492 como centro imperial y superior racialmente del mundo se
vieron obligados ocultar esta historia y a inventar una narrativa historiográfica
eurocéntrica que haga de occidente origen y centro de la producción de
conocimiento del mundo.
De
ahí la invención y apropiación desde el siglo 17 de un origen occidental
fundado en la civilización griego del siglo V antes de Cristo (Bernal, 1991).
La visión acerca del Islám de Weber y de sus mentores orientalistas reproduce
la islamofobia epistémica en la que los musulmanes son incapaces de producir
ciencia y de tener racionalidad, a pesar de la apabullante evidencia histórica contraria.
Hallamos
el mismo problema de islamofobia epistémica en Marx y en Engels. Aunque Marx
pasó dos meses en Argelia en 1882, recuperándose de una enfermedad, no escribió
casi nada sobre el Islam.
No
obstante, Marx tenía una visión orientalista racista epistémica de los pueblos
no occidentales en general, sobre los cuales escribió profusamente (Moore,
1977).
Aún
más, su estrecho colaborador, Frederick Engels, escribió acerca de los
musulmanes y repitió los mismos estereotipos racistas que Marx utilizaba en
contra de los "orientales".
Hablando
de la colonización francesa en Argelia, Engels decía: "En nuestra opinión,
y en general, resulta muy afortunado que el jefe árabe haya sido capturado. La
lucha de los beduinos no tenía salida; aunque la forma en la que crueles
soldados como Bugeaud llevaron a cabo la guerra es muy censurable, la conquista
de Argelia es un hecho importante y afortunado para el progreso de la
civilización.
La
piratería de los estados barbáricos, que nunca interfirieron con el gobierno
inglés siempre que no perturbaran sus embarcaciones, no podía ser sofocada sino
mediante la conquista de uno de esos estados.
La
conquista de Argelia ya ha forzado a los Beys (reyes) de Túnez y de Trípoli, y
hasta al Emperador de Marruecos, a ingresar en el mundo de la civilización.
Fueron obligados a encontrar otros trabajos para su pueblo que no sea la piratería.
Y
si bien lamentamos que la libertad de los beduinos del desierto haya sido
eliminada, no debemos olvidar que estos mismos beduinos eran una nación de
ladrones - cuyo principal medio de vida consistía
en
incursionar entre ellos o en poblaciones establecidas, llevándose lo que
encontraran, burlándose de todos aquellos que se resistían y vendiendo a los
prisioneros que quedaban como esclavos.
Todas
estas naciones de bárbaros en libertad lucen muy orgullosos, nobles y gloriosos
a la distancia; pero, con solo acercarse a ellos, uno encuentra que, al igual
que las naciones más civilizadas, están dominados por la sed de riquezas pero
emplean medios más crueles y más groseros para lograrlas.
Después
de todo, el burgués moderno con civilización, industria, orden y, al menos, una
relativa ilustración en su haber, es preferible a un ladrón merodeador feudal,
en la sociedad en estado de barbarie a la que pertenece"3.
La
opción de Engels es muy clara: apoyar la expansión colonial y dar paso a la
Civilización Occidental, aunque sea burguesa y cruel, para poder superar el
estado de "barbarie". La superioridad racial de
"Occidente
por sobre todo el resto" y, en especial, por encima de los
musulmanes,
es muy clara en estas manifestaciones. Hablando de India, el fanatismo
irracional de los musulmanes se expresa en la siguiente cita de Engels:
"La
guerra de los insurgentes comienza ahora a tomar la característica de los
Beduinos de Argelia contra Francia; con la diferencia de que los hindúes están
muy lejos de ser tan fanáticos, y que no constituyen una nación de
jinetes"4.
Si
quedaran dudas sobre la visión que Marx compartía con Engels sobre la
inferioridad de los musulmanes y de otros pueblos "no occidentales"
respecto de Occidente, la siguiente cita es una confirmación de ello:
"La
cuestión no es si los ingleses tienen o no derecho a conquistar la India sino
si nosotros preferimos una India conquistada por los turcos, los persas o los
rusos a una India conquistada por los británicos.
Inglaterra
tiene que cumplir con una doble misión en la India: una de ellas es
destructiva, la otra, de regeneración -aniquilando la vieja sociedad asiática y
sentando las bases materiales de la sociedad occidental en Asia.
Los
árabes, turcos y mongoles que sucesivamente invadieron India, pronto fueron hinduizados,
los conquistadores bárbaros siendo ellos mismos conquistados por una
civilización superior a ellos, la eterna ley de la historia.
Los
británicos fueron los primeros conquistadores superiores y, por tanto,
inaccesibles a la civilización hindú.
No
está lejano el día en el que mediante una combinación de ferrocarriles y barcos
a vapor, la distancia entre Inglaterra y la India, medida en tiempo, se acorte
a ocho días, y un país otrora fabuloso se vea así anexado almundo
occidental…"5.
Marx
no alojaba muchas esperanzas en el espíritu proletario de las masas musulmanas
cuando afirmó, en relación a la expansión del Imperio Otomano en los
territorios de Europa Oriental:
"El
principal poder de la población turca en Europa, independientemente de ser una
reserva siempre disponible a ser traída desde Asia, yace en el populacho de
Constantinopla (Estambul) y en otras pocas ciudades grandes: es esencialmente turco,
aunque encuentre su principal fuente de supervivencia realizando tareas para
capitales cristianos, mantiene con gran celo su
superioridad
imaginaria y la real impunidad de excesos que los privilegios del Islam le
confieren, en comparación con el cristianismo.
Es
ya bien sabido que este populacho, en todos los golpes de estado importantes,
tiene que ser ganado con coimas y con adulación.
Es
tan solo este populacho, con la excepción de unos pocos distritos colonizados,
el que ofrece una masa compacta e imponente de población turca en Europa.
Ciertamente,
tarde o temprano habrá una necesidad absoluta de liberar a una de las más
selectas partes de este continente del dominio de este populacho, comparado con
el cual, el de la Roma Imperial era una colección de héroes y sabios”6.
Para
Marx y Engels, al igual que para Weber, los musulmanes de origen turco eran una
muchedumbre de ignorantes que hacían que el
populacho
de la Roma Imperial apareciera como sabios.
Convocaba
a una lucha de liberación en contra de las muchedumbres musulmanas en Europa.
Por
consiguiente, para Marx, la civilización occidental era superior; así,
convocaba a los musulmanes no occidentales a civilizarse.
Dentro
de esta perspectiva racista eurocentrista, es mejor la expansión colonial
occidental que dejar intactos a los bárbaros inferiores en un escenario
atemporal.
Marx
era un esencialista orientalista que desconfiaba de los musulmanes y estaba
convencido de los rasgos xenofóbicos inherentes al Islam; sobre el colonialismo
occidental, escribió, de modo apologético:
"Dado
que el Corán trata a todos los extranjeros como enemigos, nadie se atreverá a
presentarse en un país musulmán sin haber tomado sus precauciones.
Los
primeros mercaderes europeos, entonces, que probaron suerte en el comercio con
esas gentes, procuraron asegurarse un tratamiento excepcional y privilegios originalmente
personales que luego extendieron a la totalidad de su país.
He
ahí el origen de las capitulaciones"7.
Repitiendo
el típico racismo epistémico de la visión orientalista de su tiempo, Marx dijo:
"El
Corán y la Legislación Musulmana que de él emanan reducen la geografía y la
etnografía de los diversos pueblos a una simple distinción conveniente de dos
naciones y dos países: los de los fieles y los de los infieles.
El
infiel es "harby", o sea, el enemigo.
El
islamismo condena a la nación de los infieles, sentando un estado de permanente
hostilidad entre musulmanes e infieles”8.
Estas
simplificaciones reduccionistas y esencialistas del Islam a partir de una
perspectiva Occidentalo-céntrica y de un judeo/cristianocentrismo formaba parte
del racismo epistémico de los orientalistas europeos y de un paternalismo
condescendiente para con el pensamiento islámico del cual Marx no podía ser una
excepción.
Marx
creía que el secularismo era fundamental para la revolución, para poder tener
una oportunidad en tierras musulmanas. Y afirmó:
"...si
se anulan los sujetos bajo el Corán, mediante una emancipación civil, se
cancela al mismo tiempo su sujeción al clero, y provoca una
revolución
en sus relaciones sociales, políticas y religiosas … Si se suplanta el Corán
con un código civil, se debe occidentalizar toda les
estructura
de la sociedad bizantina"9.
Esta
visión secularista de Marx constituía una estrategia colonial típica promovida
por los imperios occidentales para destruir las formas de vida y de pensamiento
de los sujetos coloniales y, así, impedir cualquier traza de resistencia.
Al
argumentar que los musulmanes estaban sujetos a la regla de una
"religión", Marx proyectó en el Islam la cosmología de la visión
cristianocentrista-eurocentrista secularizada.
El
Islam no se considera a sí mismo como una religión en el sentido
occidentalizado y cristianizado de una esfera separada de la política, la
economía, etc.
El
Islam es más una cosmología que sigue la noción de "tawhid", que es
una doctrina de unidad, una visión holística del mundo, que la visión
modernocolonialcartesiana eurocentrista del mundo destruyó en Occidente y que con
su expansión colonial intentó destruir también en el resto del mundo.
La
práctica de la cristianización colonial en el temprano período modernocolonial y
el secularismo posterior de la expansión colonial de finales del siglo XVIII
fue parte del "epistemicidio" y del "espiritualicidio"; es
decir, la exterminación de la espiritualidad no occidental y las formas del conocimiento
practicadas no occidentales por medio de la expansión colonial europea.
El
“epistemicidio” y el “espiritualicidio” hicieron posible la colonización de los
cuerpos y las mentes de los sujetos coloniales.
Si
Marx y Weber son teóricos clásicos de las ciencias sociales, las ciencias
sociales occidentales se nutren de los prejuicios islamofóbicos y del
eurocentrismo epistémico.
Descolonizar
las ciencias sociales occidentales implicaría la realización de varios procesos
importantes que no podemos pasar a detallar aquí.
Pero
uno de ellos sería expandir el criterio de la teoría social para incorporar
como componente central las contribuciones tanto de los teóricos sociales no
europeos como de las teorías sociales de los europeos descolonizados, tal como
Boaventura de Sousa Santos, Ali Shariati, Anibal Quijano, Silvia Rivera
Cusicanqui, W.E.B. Dubois, Esteban Ticona, Fausto Reinaga, Silvia Wynter y
otros teóricos y filósofos sociales que piensan desde el reverso o el lado
oscuro de la modernidad, es decir, desde el lado subalterno de la diferencia colonial.
Incorporar
a estos pensadores no es una cuestión de multiculturalismo epistémico sino de
la fundación de ciencias sociales descoloniales pluri-versales (opuestas a
uni-versales) y más rigurosas.
Ali
Shariati en particular es un científico social islámico que produjo importantes
críticas a los teóricos sociales occidentales como Marx.
Pero
lo que he dicho sobre el racismo epistémico hacia el Islam aplica también para
los indígenas en las Américas. De ahí que nunca tomemos en serio los pensadores
y pensadoras indígenas y mucho menos incluirlos en un currículo de un curso en
ciencias sociales.
Pero,
¿no es que existe solamente una ciencia social y no diferentes ciencias
sociales? Lo que en la actualidad llamamos ciencias sociales son una particular
tradición masculina occidental provinciana de pensamiento que define para todo
el resto lo que son las ciencias sociales y lo que es el conocimiento
universal, verdadero y válido.
Para
descolonizar las ciencias sociales provincianas occidentalizadas
necesitamos
entrar en un diálogo horizontal inter-epistémico global entre científicos
sociales de diferentes tradiciones epistémicas de pensamiento para refundar una
nueva ciencia social descolonial producida de un modo pluriversal (donde muchas
tradiciones de pensamiento a través de diálogos inter-epistémicos definen
universalmente para todos) en lugar del actual modo universalista (donde una
tradición particular, en este caso, la de los hombres occidentales, define
provincial e imperialmente para todos).
No
es tarea fácil y no podemos entrar en detalles de lo que ello implica en este
artículo.
No
obstante, la transformación de universalismo a pluriversalismo en las ciencias
sociales es fundamental para salirse del marco en el que uno define para todo
el resto (uni-versalismo de las ciencias sociales coloniales) hacia un nuevo
paradigma en el que la producción de conceptos y de conocimiento es el
resultado de un verdadero diálogo universal, horizontal e inter-epistémico
(pluri-versalismo de las ciencias sociales descoloniales).
No
es éste un llamado al relativismo sino a pensar en la universalidad como
pluriversalidad; es decir, como el resultado de la interacción inter-epistémica
de modo horizontal entre varias tradiciones críticas de pensamiento en vez de
las actuales ciencias sociales universalistas mono-epistémicas, monoculturales en
interacción imperial-coloniales con el resto del mundo (Grosfoguel, 2008c).
Fuente:
Revista
ASTROLABIO, ISSN 1668-7515
nueva
época. NÚMERO 6, 2011
ISLAMOFOBIA
EPISTÉMICA Y CIENCIAS SOCIALES COLONIALES
EPISTEMIC ISLAMOPHOBIA AND COLONIAL SOCIAL
SCIENCES1
Ramón
Grosfoguel
Ramón
Grosfoguel es Profesor Asociado de Estudios Étnicos en la Universidad de
California, Berkeley, y Principal Investigador Asociado de la Maison des
Sciences de l´Homme de Paris. Ha publicado numerosos artículos y libros sobre
la economía política del sistema mundial y sobre las migraciones de caribeños a
Europa y los Estados Unidos de Norteamérica.
grosfogu@berkeley.edu
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