jueves, 30 de marzo de 2017

El racismo del conocimiento


El racismo del saber
(racismo epistémico)

El racismo del conocimiento (racismo epistémico) es uno de los aspectos o formas del racismo.

El racismo y sexismo del saber son formas ocultas de racismo en el sistema mundial occidentalizado/cristianizado ó capitalista/patriarcal.

Los racismos y sexismos económicos, políticos y sociales son mucho más visibles y reconocidos que el racismo/sexismo del saber.

El racismo del saber es la forma fundacional y de las más viejas versiones del racismo con respecto a la inferioridad de los "no occidentales"

El racismo del saber considera a los “no occidentales” por debajo de lo humano

Tal “inferioridad” el racismo del saber la define en base a su cercanía al estado de animalidad y este estado lo define sobre la base de una inteligencia inferior y falta de racionalidad.

El racismo del saber (racismo epistémico) opera privilegiando la política esencialista ("identidad") de las elites masculinas occidentales.

Es decir, el racismo del saber privilegia la tradición hegemónica del pensamiento de la filosofía y la teoría social occidentales que casi nunca incluyeron a las mujeres "occidentales" y nunca incluyeron los filósofos y filosofías y las ciencias sociales no occidentales.

Con este racismo del saber el "occidente" es considerado como la única tradición legítima de pensamiento para producir conocimiento, y la única con acceso a la "universalidad", "racionalidad" y "verdad". 

El racismo del saber (racismo epistémico) considera que el conocimiento "no occidental" es inferior al conocimiento "occidental".

Dado que el racismo del saber se entrelaza con el sexismo del saber, las ciencias sociales centradas en occidente son una forma de racismo/sexismo del saber que privilegia el conocimiento masculino "occidental" como forma superior de conocimiento en el mundo actual.

Las ciencias sociales son racistas y patriarcales al mismo tiempo. 

Si seguimos el criterio de pensadores privilegiados dentro de las disciplinas académicas occidentales, podemos observar sin excepción que privilegian las teorías y los pensadores masculinos "occidentales", especialmente todos aquellos relacionados con los varones europeos y euro-norteamericanos.

Esta "política de identidad" esencialista y hegemónica es tan poderosa y tan normalizada a través del discurso de "objetividad" y "neutralidad" de la "ego-política del conocimiento" cartesiana en las ciencias sociales que esconde al hablante y el lugar de poder desde el que se habla, de modo que cuando pensamos en la "política de la identidad" (“identity politics”) inmediatamente asumimos, como cosa de "sentido común", que estamos hablando de las minorías racializadas.

En realidad, sin negar la existencia de la "política de identidad" esencialista entre algunas intervenciones de minorías racializadas, la "política de identidad" hegemónica - la del discurso masculino eurocentrista - utiliza este discurso sexista, racista e identitario para descartar todas la intervenciones críticas arraigadas en las epistemologías y cosmologías que provengan de los grupos oprimidos y de las tradiciones de pensamiento "no occidentales" (Maldonado-Torres, 2008a; 2008b).

El mito subyacente de los círculos académicos occidentalizados sigue siendo el discurso cientificista de la "objetividad" y la "neutralidad" que oculta el "locus de la enunciación" del hablante; es decir, de aquel que habla, y el lugar de la corpo-política del conocimiento y la geopolítica del conocimiento desde el que se habla en las relaciones de poder existentes a escala mundial.

A través del mito de la "ego-política del conocimiento" (que, en verdad, siempre habla a través de un cuerpo masculino "occidental" y una geopolítica eurocentrista de conocimiento), las voces críticas provenientes de individuos y grupos inferiorizados y subalternizados por este racismo epistémico hegemónico y este sexismo epistémico son negadas y descartadas como particularistas.

Si la epistemología tiene color - como muy bien señalara el filósofo africano Emmanuel Chukwudi Eze (1997) - y género/color - como dijera la socióloga afro-norteamericana Patricia Hills Collins (1991) - entonces, la epistemología eurocentrista que domina las ciencias sociales tiene color y género, es decir, es blanca y masculina.

La construcción de la epistemología de los varones "occidentales" como superior y la del resto del mundo como inferior forma parte del sexismo/racismo epistemológico que ha predominado en el sistema mundial por más de 500 años.

El privilegio epistémico de "Occidente" fue consagrado y normalizado a través de la destrucción del Al-Andaluz por parte de la Monarquía Católica Española y de la expansión colonial a partir de finales del siglo XV.

Desde rebautizar al mundo con la cosmología cristiana (Europa, África, Asia y, más tarde, América), caracterizando a todo el conocimiento no cristiano como un producto de fuerzas paganas y demoníacas, hasta asumir, en su mismísimo provincialismo eurocentrista, que solamente dentro de la tradición greco-romana, pasando a través del renacimiento, el iluminismo y las ciencias occidentales, se logran la "verdad" y la "universalidad", el privilegio epistémico de la "política de identidad" masculina eurocentrista y occidental fue normalizada hasta el punto de la invisibilidad como "política de identidad" hegemónica. Se convirtió en el conocimiento normalizado universal.

De este modo, todas las "otras" tradiciones de pensamiento fueron consideradas inferiores (caracterizadas en el siglo XVI como "bárbaras", en el siglo XIX como "primitivas", en el siglo XX como "subdesarrolladas" y a comienzos del siglo XXI como "anti-democráticas").


Por tanto, desde la creación de las Ciencias Sociales Liberales Occidentales en el siglo XIX, tanto el racismo como el sexismo epistémicos han sido constitutivos de sus disciplinas y de la producción de conocimiento.

Las ciencias sociales occidentales suponen la inferioridad, parcialidad y falta de objetividad en la producción de conocimiento del conocimiento "no occidental", y la superioridad de "Occidente".

Como resultado, la teoría social occidental se basa en la experiencia de 5 países (Francia, Inglaterra, Alemania, Italia y los Estados Unidos de Norteamérica) que constituyen solamente menos del 12% de la población mundial.

El provincialismo de la teoría social de las Ciencias Sociales Occidentales, con falsas pretensiones de universalidad, pretende explicar la experiencia social del restante 88% de la población mundial.

En resumen, el eurocentrismo con su racismo/sexismo epistémico es una forma de provincialismo que se reproduce dentro de las ciencias sociales de la actualidad. 


Fuente:
Revista ASTROLABIO, ISSN 1668-7515
nueva época. NÚMERO 6, 2011

ISLAMOFOBIA EPISTÉMICA Y CIENCIAS SOCIALES COLONIALES
EPISTEMIC ISLAMOPHOBIA AND COLONIAL SOCIAL SCIENCES1
Ramón Grosfoguel
Ramón Grosfoguel es Profesor Asociado de Estudios Étnicos en la Universidad de California, Berkeley, y Principal Investigador Asociado de la Maison des Sciences de l´Homme de Paris. Ha publicado numerosos artículos y libros sobre la economía política del sistema mundial y sobre las migraciones de caribeños a Europa y los Estados Unidos de Norteamérica.

grosfogu@berkeley.edu

miércoles, 22 de marzo de 2017

Teatro en Xalapa, La Tinaja 1969, Las bodas.. 1971


En La Tinaja debió haberse escrito como Tío Dima: Francisco Javier Chaín y no Francisco José como se imprimió el programa de mano...

martes, 14 de marzo de 2017

ISLAMOFOBIA EPISTÉMICA Y CIENCIAS SOCIALES COLONIALES

http://www.ceapedi.com.ar/imagenes/biblioteca/libros/260.pdf

C I E C S
CONICET
U N C
ASTROLABIO
Número 6, 2011  NUEVA EPOCA
ISSN  1668-7515

ISLAMOFOBIA EPISTÉMICA Y CIENCIAS SOCIALES COLONIALES

EPISTEMIC ISLAMOPHOBIA AND COLONIAL SOCIAL SCIENCES1

Ramón Grosfoguel2

University of California, Berkeley • Maison des Sciences de l’Homme, Paris

grosfogu@berkeley.edu

Resumen 

Este artículo investiga la manera en que el racismo epistémico modela las discusiones contemporáneas sobre islamofobia. El racismo epistémico es un aspecto subestimado del racismo. En la primera parte, se presenta una discusión sobre el racismo epistémico a nivel del sistema mundial. En la segunda, se introduce la política de identidad hegemónica del varón occidental y las respuestas fundamentalistas que motivó. La tercera parte trata de la islamofobia epistémica y las ciencias sociales.


Abstract This article explores how epistemic racism shapes contemporary discussions on Islamophobia. Epistemic Racism is an underestimated aspect of racism. The first part is a discussion about epistemic racism in the world-system. The second part is on the Western male hegemonic identity politics and the fundamentalist responses to it. The third part is on epistemic Islamophobia and the social sciences.

Palabras clave: islamofobia - racismo epistémico - ciencias sociales

Keywords: islamophobia - epistemic racism - social sciences

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El racismo epistémico en el sistema mundial 

El racismo epistémico y el sexismo epistémico son formas ocultas de racismo y sexismo dentro del sistema global que todos habitamos, es decir, "el sistema mundial occidentalizado/cristianizado, moderno/colonial, capitalista/patriarcal" (Grosfoguel, 2008a). Los racismos y sexismos económicos, políticos y sociales son mucho más visibles y reconocidos actualmente que el racismo/sexismo epistemológico. Sin embargo, el racismo epistémico es la forma fundacional y de las más viejas versiones del racismo con respecto a la inferioridad de los "no occidentales" considerados por debajo de lo humano (no humanos o subhumanos) es definida en base a su cercanía al estado de animalidad y este último definido sobre la base de su inteligencia inferior y falta de racionalidad. El racismo epistémico opera privilegiando la política esencialista ("identidad") de las elites masculinas occidentales; es decir, la tradición hegemónica del pensamiento de la filosofía y la teoría social occidentales que casi nunca incluyeron a las mujeres "occidentales" y nunca incluyeron los filósofos y filosofías y las ciencias sociales no occidentales. En esta tradición, el "occidente" es considerado como la única tradición legítima de pensamiento para producir conocimiento, y la única con acceso a la "universalidad", "racionalidad" y "verdad". El racismo epistémico considera que el conocimiento "no occidental" es inferior al conocimiento "occidental". Dado que el racismo epistémico se entrelaza con el sexismo epistémico, las ciencias sociales centradas en occidente son una forma de racismo/sexismo epistémico que privilegia el conocimiento masculino "occidental" como forma superior de conocimiento en el mundo actual. Las ciencias sociales son racistas y patriarcales al mismo tiempo. 

Si seguimos el criterio de pensadores privilegiados dentro de las disciplinas académicas occidentales, podemos observar sin excepción que privilegian las teorías y los pensadores masculinos "occidentales", especialmente todos aquellos relacionados con los varones europeos y euro-norteamericanos. Esta "política de identidad" esencialista y hegemónica es tan poderosa y tan normalizada a través del discurso de (45) "objetividad" y "neutralidad" de la "ego-política del conocimiento" cartesiana en las ciencias sociales que esconde al hablante y el lugar de poder desde el que se habla, de modo que cuando pensamos en la "política de la identidad" (“identity politics”) inmediatamente asumimos, como cosa de "sentido común", que estamos hablando de las minorías racializadas. En realidad, sin negar la existencia de la "política de identidad" esencialista entre algunas intervenciones de minorías racializadas, la "política de identidad" hegemónica - la del discurso masculino eurocentrista - utiliza este discurso sexista, racista e identitario para descartar todas la intervenciones críticas arraigadas en las epistemologías y cosmologías que provengan de los grupos oprimidos y de las tradiciones de pensamiento "no occidentales" (Maldonado-Torres, 2008a; 2008b). El mito subyacente de los círculos académicos occidentalizados sigue siendo el discurso cientificista de la "objetividad" y la "neutralidad" que oculta el "locus de la enunciación" del hablante; es decir, de aquel que habla, y el lugar de la corpo-política del conocimiento y la geopolítica del conocimiento desde el que se habla en las relaciones de poder existentes a escala mundial. A través del mito de la "ego-política del conocimiento" (que, en verdad, siempre habla a través de un cuerpo masculino "occidental" y una geopolítica eurocentrista de conocimiento), las voces críticas provenientes de individuos y grupos inferiorizados y subalternizados por este racismo epistémico hegemónico y este sexismo epistémico son negadas y descartadas como particularistas. Si la epistemología tiene color - como muy bien señalara el filósofo africano Emmanuel Chukwudi Eze (1997) - y género/color - como dijera la socióloga afro-norteamericana Patricia Hills Collins (1991) - entonces, la epistemología eurocentrista que domina las ciencias sociales tiene color y género, es decir, es blanca y masculina. La construcción de la epistemología de los varones "occidentales" como superior y la del resto del mundo como inferior forma parte del sexismo/racismo epistemológico que ha predominado en el sistema mundial por más de 500 años.


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El privilegio epistémico de "Occidente" fue consagrado y normalizado a través de la destrucción del Al-Andaluz por parte de la Monarquía Católica Española y de la expansión colonial a partir de finales del siglo XV. Desde rebautizar al mundo con la cosmología cristiana (Europa, África, Asia y, más tarde, América), caracterizando a todo el conocimiento no cristiano como un producto de fuerzas paganas y demoníacas, hasta asumir, en su mismísimo provincialismo eurocentrista, que solamente dentro de la tradición greco-romana, pasando a través del renacimiento, el iluminismo y las ciencias occidentales, se logran la "verdad" y la "universalidad", el privilegio epistémico de la "política de identidad" masculina eurocentrista y occidental fue normalizada hasta el punto de la invisibilidad como "política de identidad" hegemónica. Se convirtió en el conocimiento normalizado universal. De este modo, todas las "otras" tradiciones de pensamiento fueron consideradas inferiores (caracterizadas en el siglo XVI como "bárbaras", en el siglo XIX como "primitivas", en el siglo XX como "subdesarrolladas" y a comienzos del siglo XXI como "anti-democráticas"). Por tanto, desde la creación de las Ciencias Sociales Liberales Occidentales en el siglo XIX, tanto el racismo como el sexismo epistémicos han sido constitutivos de sus disciplinas y de la producción de conocimiento. Las ciencias sociales occidentales suponen la inferioridad, parcialidad y falta de objetividad en la producción de conocimiento del conocimiento "no occidental", y la superioridad de "Occidente". Como resultado, la teoría social occidental se basa en la experiencia de 5 países (Francia, Inglaterra, Alemania, Italia y los Estados Unidos de Norteamérica) que constituyen solamente menos del 12% de la población mundial. El provincialismo de la teoría social de las Ciencias Sociales Occidentales, con falsas pretensiones de universalidad, pretende explicar la experiencia social del restante 88% de la población mundial. En resumen, el eurocentrismo con su racismo/sexismo epistémico es una forma de provincialismo que se reproduce dentro de las ciencias sociales de la actualidad. 

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La política de identidad del varón occidentalizado 

Frente a esta "política de identidad" hegemónica que siempre privilegió la belleza occidental y cristiana, sus conocimientos, sus tradiciones, su espiritualidad y su cosmología mientras consideraba inferiores y subalternas la belleza no occidental y no cristiana y sus conocimientos y tradiciones, y su espiritualidad y cosmología, los sujetos considerados inferiores y subalternos por esos discursos hegemónicos desarrollaron su propia "política de identidad" como reacción contra el racismo de los otros sujetos. Este proceso es necesario como parte de un proceso de autovaloración en un mundo racista que los considera inferiores y los descalifica en su humanidad. No obstante, este proceso de afirmación identitaria tiene sus límites si es que conduce a propuestas fundamentalistas que invierten los términos binarios de la hegemónica tradición de pensamiento filosófica eurocentrista, sexista y racista de los varones "occidentales". Por ejemplo, si se supone que los grupos étnicoraciales no occidentales subalternos son superiores y que los grupos étnico-raciales occidentales dominantes son inferiores, sólo se están invirtiendo los términos del racismo occidental hegemónico sin superar el problema fundamental, o sea, el racismo que considera que algunos seres humanos son inferiores y eleva a otros a la categoría de superiores por razones biológicas o culturales (Grosfoguel, 2003). Otro ejemplo es el de aceptar - como lo hacen algunos fundamentalistas afrocentristas y del Islam - los discursos fundamentalistas eurocentristas hegemónicos de que la tradición europea es la única que es natural e inherentemente democrática, mientras que se presupone que los "otros" no europeos son natural e inherentemente autoritarios, y le niegan al mundo no occidental (que, obviamente, son diferentes de la democracia liberal occidental) los discursos democráticos y sus formas propias de institucional democrática (ejemplo, el mandar obedeciendo zapatista con su institucionalidad en los “caracoles”). Como resultado, estos fundamentalistas eurocentristas de corte islamista o afro-centristas terminan apoyando al autoritarismo político, que es lo que hacen todos los fundamentalistas del Tercer Mundo 48 cuando aceptan la falsa premisa del fundamentalismo eurocéntico de que la única tradición democrática es la occidental y, por consiguiente, se supone que la democracia no es aplicable en su "cultura" y sus "sociedades" no occidentales, defendiendo así las formas autoritarias y/o dictatoriales, monárquicas de autoridad política, lo cual meramente reproduce la forma invertida del esencialismo europeo. La idea de que la "democracia" es inherentemente "occidental" y que las formas "no democráticas" son inherentemente "no occidentales" es uno de los binarios principales de los discursos fundamentalistas eurocentristas compartidas por sus variantes eurocéntricas invertidas, como, por ejemplo, los fundamentalismos "Tercermundistas". Las "divisiones" que resultan de estas políticas de identidad terminan reproduciendo de manera inversa ese mismo esencialismo y fundamentalismo del discurso fundamentalista eurocentrista hegemónico. Si definimos el fundamentalismo como las perspectivas que suponen que su propia cosmología y epistemología son superiores y como la única fuente de verdad, inferiorizando y negando la igualdad a otras epistemología y cosmologías, entonces el eurocentrismo no es simplemente una forma de fundamentalismo sino el fundamentalismo hegemónico más peligroso en el mundo de hoy. Es la más peligrosa no solamente por tener los medios políticos-epistémicos institucionales y militares de imponerse a nivel mundial sino por ser la matriz epistémica que genera todos los otros fundamentalismos en el mundo hoy. Los fundamentalismos tercermundistas (afrocentrista, islamista, indigenista, etc.) que emergen como respuesta al fundamentalismo eurocentrista hegemónico y que la prensa "occidental" coloca en las portadas de los diarios todos los días son formas subordinadas de fundamentalismo eurocentrista en cuanto que reproducen y dejan intactas las jerarquías binarias, esencialistas y raciales del fundamentalismo eurocentrista (Grosfoguel, 2009). En resumen, la consecuencia política de esta discusión epistemológica es que la base fundacional de las discusiones contemporáneas sobre la política del Islam, sobre la democracia y sobre 49 la llamada "guerra al terrorismo" es un "terrorismo racial occidental" contra el mundo “bárbaro”, “salvaje” considerado como “no occidental”. Es la realización de la fantasía acerca del “choque de civilizaciones” del profesor Samuel Huntington de la Univeridad de Harvard. El racismo/sexismo epistémico "occidental", al inferiorizar las epistemologías y cosmologías "no occidentales" y privilegiar la epistemología "occidental" como la forma superior de conocimientos y como la única fuente para definir los derechos humanos, la democracia, la ciudadanía, etc., termina descalificando lo "no occidental" como incapaz de producir democracia, justicia, derechos humanos, conocimiento científico, etc. Esto se basa en la idea esencialista de que la razón y la filosofía se encuentran en "Occidente" mientras que el pensamiento no racional se halla en "todo el resto del mundo”. En esta premisa se juega con la vida de millones de personas en el mundo. Islamofobia epistémica en las ciencias sociales El racismo epistémico en su forma de islamofobia epistémica es una lógica fundacional y constitutiva del mundo moderno-colonial y de sus formas legítimas de producción de conocimiento. Desde el siglo XVI, los humanistas europeos y los orientalistas occidentales han venido argumentando que el conocimiento islámico es inferior al de Occidente. Los debates sobre los moros en la España del siglo XVI estaban llenos de concepciones islamofóbicas epistémicas (Perceval, 1992; 1997). Luego de la expulsión de los moros a principios del siglo XVII, la inferiorización de los "moros" continuó siguiendo un discurso islamofóbico epistémico. Pensadores europeos de influencia en el siglo XIX, como, por ejemplo, Ernst Renan, "...argumentaban que el Islam era incompatible con la ciencia y la filosofía" (Ernst, 2003: 20-21). De manera similar, en las ciencias sociales tenemos manifestaciones concretas de islamofobia epistémica en el trabajo de las teorías sociales clásicas de las ciencias sociales patriarcales centradas en Occidente, como Karl Marx y Max Weber. Como dice Sukidi: 50 “El Islam, siguiendo a Weber, era el polo opuesto al calvinismo. No había un doble filo en la predestinación del Islam. Por el contrario, como manifiesta Weber en su Ética Protestante (cap. 4, n. 36), el Islam contiene una creencia en la predeterminación, no en la predestinación, que concierne al destino de los musulmanes en este mundo, no en el próximo. La doctrina de la predestinación de los calvinistas, que los condujo al trabajo duro como una obligación (vocación, inclinación), no se evidencia entre los musulmanes. En realidad, decía Weber, 'lo más importante, la prueba de un creyente en la predestinación, no jugaba ningún papel en el Islam'. Sin el concepto de predestinación, el Islam no podía dar creyentes con actitud positiva hacia las actividades mundanas. En consecuencia, los musulmanes están condenados al fatalismo. Las racionalizaciones sobre la doctrina y la conducta de vida eran ajenas al Islam. Weber utilizó la creencia en la predestinación como concepto clave para explicar la racionalización de doctrina y conducta de vida. En el calvinismo, la creencia en la predestinación podía ciertamente generar un rigor ético, un legalismo y una conducta racional en las actividades mundanas. Nada de esto se encuentra en el Islam. Por consiguiente, la creencia del Islam en la predestinación no condujo a la racionalización de una doctrina y una conducta de vida. En verdad, convirtió a los musulmanes en fatalistas irracionales. El 'Islam', según Weber, 'se desvió completamente de toda conducta de vida realmente racional con el advenimiento del culto a los santos y, finalmente, por arte de magia'” (Sukidi, 2006, p. 197-200). Si seguimos la lógica de Weber hasta sus últimas consecuencias, es decir, que los musulmanes son irracionales y fatalistas, entonces ningún conocimiento serio puede provenir de ellos. ¿Desde qué geopolítica del conocimiento piensa Weber acerca de los musulmanes? La geopolítica del conocimiento es la islamofobia epistémica de los orientalistas franceses y alemanes que se repite en el veredicto de Weber sobre el Islam. Para Weber, sólo la tradición cristiana es la que hace surgir el racionalismo económico y, así, al capitalismo moderno occidental. El Islam no puede comparase con la "superioridad" de los valores occidentales en cuanto carece de individualidad, de racionalidad y de las ciencias. Las ciencias racionales, y su derivado, la tecnología racional, son, de acuerdo con Weber, desconocidas en las civilizaciones orientales. Estas manifestaciones resultan bastante problemáticas. Estudiosos como Saliba (2007) y Graham (2006) han demostrado la influencia de los desarrollos científicos del mundo islámico en Occidente, tanto en las ciencias como en la filosofía moderna. La 51 racionalidad era un principio central de la civilización islámica. Mientras Europa se hallaba en la superstición feudal oscurantista conocida como Edad Media, la Escuela de Bagdad era el centro mundial de la creatividad y la producción científica e intelectual en el mundo durante varios siglos. Los desarrollos de la civilización islámica en la astronomía (concibieron que la tierra no es el centro del universo 800 años antes que occidente), la medicina, la biología, la física, la química, la matemática, la arquitectura y la filosofía (tradujeron y difundieron los filósofos griegos en el mundo cristiano europeo antes de 1492) fueron fundamentales para el mundo. La deuda de occidente con el Islam es enorme, al punto de que para poder situarse a partir de 1492 como centro imperial y superior racialmente del mundo se vieron obligados ocultar esta historia y a inventar una narrativa historiográfica eurocéntrica que haga de occidente origen y centro de la producción de conocimiento del mundo. De ahí la invención y apropiación desde el siglo 17 de un origen occidental fundado en la civilización griego del siglo V antes de Cristo (Bernal, 1991). La visión acerca del Islám de Weber y de sus mentores orientalistas reproduce la islamofobia epistémica en la que los musulmanes son incapaces de producir ciencia y de tener racionalidad, a pesar de la apabullante evidencia histórica contraria. Hallamos el mismo problema de islamofobia epistémica en Marx y en Engels. Aunque Marx pasó dos meses en Argelia en 1882, recuperándose de una enfermedad, no escribió casi nada sobre el Islam. No obstante, Marx tenía una visión orientalista racista epistémica de los pueblos no occidentales en general, sobre los cuales escribió profusamente (Moore, 1977). Aún más, su estrecho colaborador, Frederick Engels, escribió acerca de los musulmanes y repitió los mismos estereotipos racistas que Marx utilizaba en contra de los "orientales". Hablando de la colonización francesa en Argelia, Engels decía: "En nuestra opinión, y en general, resulta muy afortunado que el jefe árabe haya sido capturado. La lucha de los beduinos no tenía salida; aunque la forma en la que crueles soldados como Bugeaud llevaron a cabo la guerra es muy censurable, la conquista de Argelia es un hecho importante y afortunado para el progreso de la civilización. La 52 piratería de los estados barbáricos, que nunca interfirieron con el gobierno inglés siempre que no perturbaran sus embarcaciones, no podía ser sofocada sino mediante la conquista de uno de esos estados. La conquista de Argelia ya ha forzado a los Beys (reyes) de Túnez y de Trípoli, y hasta al Emperador de Marruecos, a ingresar en el mundo de la civilización. Fueron obligados a encontrar otros trabajos para su pueblo que no sea la piratería. Y si bien lamentamos que la libertad de los beduinos del desierto haya sido eliminada, no debemos olvidar que estos mismos beduinos eran una nación de ladrones - cuyo principal medio de vida consistía en incursionar entre ellos o en poblaciones establecidas, llevándose lo que encontraran, burlándose de todos aquellos que se resistían y vendiendo a los prisioneros que quedaban como esclavos. Todas estas naciones de bárbaros en libertad lucen muy orgullosos, nobles y gloriosos a la distancia; pero, con solo acercarse a ellos, uno encuentra que, al igual que las naciones más civilizadas, están dominados por la sed de riquezas pero emplean medios más crueles y más groseros para lograrlas. Después de todo, el burgués moderno con civilización, industria, orden y, al menos, una relativa ilustración en su haber, es preferible a un ladrón merodeador feudal, en la sociedad en estado de barbarie a la que pertenece"3 . La opción de Engels es muy clara: apoyar la expansión colonial y dar paso a la Civilización Occidental, aunque sea burguesa y cruel, para poder superar el estado de "barbarie". La superioridad racial de "Occidente por sobre todo el resto" y, en especial, por encima de los musulmanes, es muy clara en estas manifestaciones. Hablando de India, el fanatismo irracional de los musulmanes se expresa en la siguiente cita de Engels: "La guerra de los insurgentes comienza ahora a tomar la característica de los Beduinos de Argelia contra Francia; con la diferencia de que los hindúes están muy lejos de ser tan fanáticos, y que no constituyen una nación de jinetes"4 . Si quedaran dudas sobre la visión que Marx compartía con Engels sobre la inferioridad de los musulmanes y de otros pueblos "no occidentales" respecto de Occidente, la siguiente cita es una confirmación de ello: "La cuestión no es si los ingleses tienen o no derecho a conquistar la India sino si nosotros preferimos una India conquistada por los turcos, los persas o los rusos a una India conquistada por los británicos. Inglaterra tiene que cumplir con una doble misión en la India: una de ellas es destructiva, la otra, de regeneración - aniquilando la vieja sociedad asiática y sentando las bases materiales de la sociedad occidental en Asia. Los árabes, turcos y mongoles que sucesivamente invadieron India, pronto fueron 53 hinduizados, los conquistadores bárbaros siendo ellos mismos conquistados por una civilización superior a ellos, la eterna ley de la historia. Los británicos fueron los primeros conquistadores superiores y, por tanto, inaccesibles a la civilización hindú. No está lejano el día en el que mediante una combinación de ferrocarriles y barcos a vapor, la distancia entre Inglaterra y la India, medida en tiempo, se acorte a ocho días, y un país otrora fabuloso se vea así anexado al mundo occidental…"5 . Marx no alojaba muchas esperanzas en el espíritu proletario de las masas musulmanas cuando afirmó, en relación a la expansión del Imperio Otomano en los territorios de Europa Oriental: "El principal poder de la población turca en Europa, independientemente de ser una reserva siempre disponible a ser traída desde Asia, yace en el populacho de Constantinopla (Estambul) y en otras pocas ciudades grandes: es esencialmente turco, aunque encuentre su principal fuente de supervivencia realizando tareas para capitales cristianos, mantiene con gran celo su superioridad imaginaria y la real impunidad de excesos que los privilegios del Islam le confieren, en comparación con el cristianismo. Es ya bien sabido que este populacho, en todos los golpes de estado importantes, tiene que ser ganado con coimas y con adulación. Es tan solo este populacho, con la excepción de unos pocos distritos colonizados, el que ofrece una masa compacta e imponente de población turca en Europa. Ciertamente, tarde o temprano habrá una necesidad absoluta de liberar a una de las más selectas partes de este continente del dominio de este populacho, comparado con el cual, el de la Roma Imperial era una colección de héroes y sabios”6 . Para Marx y Engels, al igual que para Weber, los musulmanes de origen turco eran una muchedumbre de ignorantes que hacían que el populacho de la Roma Imperial apareciera como sabios. Convocaba a una lucha de liberación en contra de las muchedumbres musulmanas en Europa. Por consiguiente, para Marx, la civilización occidental era superior; así, convocaba a los musulmanes no occidentales a civilizarse. Dentro de esta perspectiva racista eurocentrista, es mejor la expansión colonial occidental que dejar intactos a los bárbaros inferiores en un escenario atemporal. Marx era un esencialista orientalista que desconfiaba de los musulmanes y estaba convencido de los rasgos xenofóbicos inherentes al Islam; sobre el colonialismo occidental, escribió, de modo apologético: "Dado que el Corán trata a todos los extranjeros como enemigos, nadie se atreverá a presentarse en un país musulmán sin haber 54 tomado sus precauciones. Los primeros mercaderes europeos, entonces, que probaron suerte en el comercio con esas gentes, procuraron asegurarse un tratamiento excepcional y privilegios originalmente personales que luego extendieron a la totalidad de su país. He ahí el origen de las capitulaciones"7 . Repitiendo el típico racismo epistémico de la visión orientalista de su tiempo, Marx dijo: "El Corán y la Legislación Musulmana que de él emanan reducen la geografía y la etnografía de los diversos pueblos a una simple distinción conveniente de dos naciones y dos países: los de los fieles y los de los infieles. El infiel es "harby", o sea, el enemigo. El islamismo condena a la nación de los infieles, sentando un estado de permanente hostilidad entre musulmanes e infieles”8 . Estas simplificaciones reduccionistas y esencialistas del Islam a partir de una perspectiva Occidentalo-céntrica y de un judeo/cristianocentrismo formaba parte del racismo epistémico de los orientalistas europeos y de un paternalismo condescendiente para con el pensamiento islámico del cual Marx no podía ser una excepción. Marx creía que el secularismo era fundamental para la revolución, para poder tener una oportunidad en tierras musulmanas. Y afirmó: "...si se anulan los sujetos bajo el Corán, mediante una emancipación civil, se cancela al mismo tiempo su sujeción al clero, y provoca una revolución en sus relaciones sociales, políticas y religiosas … Si se suplanta el Corán con un código civil, se debe occidentalizar toda les estructura de la sociedad bizantina"9 . Esta visión secularista de Marx constituía una estrategia colonial típica promovida por los imperios occidentales para destruir las formas de vida y de pensamiento de los sujetos coloniales y, así, impedir cualquier traza de resistencia. Al argumentar que los musulmanes estaban sujetos a la regla de una "religión", Marx proyectó en el Islam la cosmología de la visión cristianocentrista-eurocentrista secularizada. El Islam no se considera a sí mismo como una religión en el sentido occidentalizado y cristianizado de una esfera separada de la política, la economía, etc. El Islam es más una cosmología que sigue la noción de "tawhid", que es una doctrina de unidad, una visión holística del mundo, que la visión modernocolonial cartesiana eurocentrista del mundo destruyó en Occidente y que con su expansión colonial intentó destruir también en el resto del mundo. 55 La práctica de la cristianización colonial en el temprano período modernocolonial y el secularismo posterior de la expansión colonial de finales del siglo XVIII fue parte del "epistemicidio" y del "espiritualicidio"; es decir, la exterminación de la espiritualidad no occidental y las formas del conocimiento practicadas no occidentales por medio de la expansión colonial europea. El “epistemicidio” y el “espiritualicidio” hicieron posible la colonización de los cuerpos y las mentes de los sujetos coloniales. Si Marx y Weber son teóricos clásicos de las ciencias sociales, las ciencias sociales occidentales se nutren de los prejuicios islamofóbicos y del eurocentrismo epistémico. Descolonizar las ciencias sociales occidentales implicaría la realización de varios procesos importantes que no podemos pasar a detallar aquí. Pero uno de ellos sería expandir el criterio de la teoría social para incorporar como componente central las contribuciones tanto de los teóricos sociales no europeos como de las teorías sociales de los europeos descolonizados, tal como Boaventura de Sousa Santos, Ali Shariati, Anibal Quijano, Silvia Rivera Cusicanqui, W.E.B. Dubois, Esteban Ticona, Fausto Reinaga, Silvia Wynter y otros teóricos y filósofos sociales que piensan desde el reverso o el lado oscuro de la modernidad, es decir, desde el lado subalterno de la diferencia colonial. Incorporar a estos pensadores no es una cuestión de multiculturalismo epistémico sino de la fundación de ciencias sociales descoloniales pluri-versales (opuestas a uni-versales) y más rigurosas. Ali Shariati en particular es un científico social islámico que produjo importantes críticas a los teóricos sociales occidentales como Marx. Pero lo que he dicho sobre el racismo epistémico hacia el Islam aplica también para los indígenas en las Américas. De ahí que nunca tomemos en serio los pensadores y pensadoras indígenas y mucho menos incluirlos en un currículo de un curso en ciencias sociales. Pero, ¿no es que existe solamente una ciencia social y no diferentes ciencias sociales? Lo que en la actualidad llamamos ciencias sociales son una particular tradición masculina occidental provinciana de pensamiento que define para todo el resto lo que son las ciencias sociales y lo que es el conocimiento universal, verdadero y válido. Para descolonizar las ciencias sociales provincianas occidentalizadas necesitamos entrar en un diálogo horizontal inter-epistémico global entre científicos sociales de diferentes tradiciones epistémicas de pensamiento para refundar una nueva ciencia social descolonial producida de un modo pluriversal (donde muchas tradiciones de pensamiento a través de diálogos inter-epistémicos definen universalmente para todos) en lugar del actual modo universalista (donde una tradición particular, en este caso, la de los hombres occidentales, define provincial e imperialmente para todos). No es tarea fácil y no podemos entrar en detalles de lo que ello implica en este artículo. No obstante, la transformación de universalismo a pluriversalismo en las ciencias sociales es fundamental para salirse del marco en el que uno define para todo el resto (uni-versalismo de las ciencias sociales coloniales) hacia un nuevo paradigma en el que la producción de conceptos y de conocimiento es el resultado de un verdadero diálogo universal, horizontal e inter-epistémico (pluri-versalismo de las ciencias sociales descoloniales). No es éste un llamado al relativismo sino a pensar en la universalidad como pluriversalidad; es decir, como el resultado de la interacción inter-epistémica de modo horizontal entre varias tradiciones críticas de pensamiento en vez de las actuales ciencias sociales universalistas mono-epistémicas, monoculturales en interacción imperial-coloniales con el resto del mundo (Grosfoguel, 2008c). Los debates islamofóbicos actuales La importancia de esta discusión sobre la islamofobia epistémica es que ésta última se manifiesta en los debates contemporáneos y en las políticas públicas. El racismo epistémico y su derivado, el fundamentalismo eurocentrista en la teoría social se manifiestan en las discusiones sobre los derechos humanos y la democracia actuales. Las epistemologías "no occidentales" que definen los derechos humanos y la dignidad humana en 57 términos diferentes a los de Occidente son considerados inferiores a las definiciones hegemónicas "occidentales" y, de este modo, son excluidas de las conversaciones globales sobre estos asuntos. Si la filosofía y el pensamiento islámicos son representados como inferiores a los de Occidente por los pensadores eurocentristas o en la teoría social clásica, entonces la consecuencia lógica es que no tienen ninguna contribución que hacer al tema de la democracia y de los derechos humanos, y deberían no solamente ser excluidos de las conversaciones globales sino reprimidos. La visión subyacente centrada en Occidente es la de que los musulmanes pueden formar parte de las discusiones cuando dejen de pensar como musulmanes y adopten la definición liberal eurocentrista hegemónica de democracia y derechos humanos. El musulmán que intente pensar estos temas desde dentro de la tradición islámica es inmediatamente sospechado de fundamentalismo. El Islam y la democracia o el Islam y los derechos humanos son considerados por el "sentido común" eurocentrista hegemónico como un oxímoron. La incompatibilidad entre el Islam y la democracia tiene sus fundamentos en la inferiorización epistémica de la visión del mundo de los musulmanes. Hoy en día, una artillería de "expertos" racistas epistémicos de Occidente habla con autoridad sobre el Islam, sin poseer un conocimiento serio de la tradición islámica. Los estereotipos y las falsedades que se repiten día a día, una y otra vez, en la prensa y las publicaciones occidentales, al igual que en la teoría nazi sobre la propaganda ideada por Goebbels, terminan siendo aceptados como “verdaderos”. Como Edward Said dijo no hace tanto tiempo atrás: "Un cuerpo de expertos sobre el mundo islámico se ha vuelto prominente y, durante una crisis, se los llama para pontificar ideas ya formuladas sobre el Islam en programas de noticias o en programas de entrevistas y debate. También parece haber habido un extraño regreso de las ideas canónicas orientalistas, previamente ya desacreditadas, sobre los musulmanes, generalmente no blancos, ideas y gentes que han logrado una sorprendente prominencia en un momento cuando las erradas representaciones raciales y religiosas de los otros grupos culturales ya no circulan más con esa impunidad. Las generalizaciones maliciosas sobre el Islam se han convertido en la última forma 58 aceptable de denigración de una cultura extranjera en Occidente; lo que se dice de las mentes musulmanas, o de su carácter, su religión o su cultura en su totalidad no pueden ahora decirse en las discusiones dominantes sobre los africanos, los judíos o sobre otros orientales o asiáticos… Mi idea… es que la mayoría de todo esto es una generalización inaceptable y de lo más irresponsable, y no debería jamás ser utilizada para otros grupos religiosos, culturales o demográficos de este planeta. Lo que esperamos de un estudio serio de las sociedades occidentales, con sus teorías complejas, sus análisis enormemente diversos de las estructuras sociales, historias, formaciones culturales y sofisticados leguajes de investigación, deberíamos también esperarlo de un estudio y de discusiones sobre las sociedades islámicas en Occidente” (Said, 1998: xi-xvi). La circulación de estos estereotipos contribuye a la representación de los musulmanes como racialmente inferiores, como seres violentos y, de ahí, la fácil asociación con el "terrorismo" y su representación como "terroristas". Referencias bibliográficas BERNAL, Martin. (1991). Black Athena: The Afroasiatic Roots of Classical Civilization. New Jersey: Rutgers University Press. Emmanuel Chukwudi Eze (1997) Race and the Enlightenment: A Reader. Cambridge, Wiley - Blackwell ERNST, Carl W. (2003). Following Mohammad: Rethinking Islam in the Contemporary World. Chapel Hill y Londres: The University of North Carolina Press. 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Notas 1 Publicado originalmente en inglés en HUMAN ARCHITECTURE: JOURNAL OF THE SOCIOLOGY OF SELF-KNOWLEDGE - A Publication of OKCIR: The Omar Khayyam Center for Integrative Research in Utopia, Mysticism, and Science (Utopystics) - ISSN: 1540-5699. © Copyright by Ahead Publishing House (imprint: Okcir Press) and authors. All Rights Reserved. 2 Ramón Grosfoguel es Profesor Asociado de Estudios Étnicos en la Universidad de California, Berkeley, y Principal Investigador Asociado de la Maison des Sciences de l´Homme de Paris. Ha publicado numerosos artículos y libros sobre la economía política del sistema mundial y sobre las migraciones de caribeños a Europa y los Estados Unidos de Norteamérica. 3 (Engels,"French Ruler in Algers" (El dominio francés en Argelia) , The Northern Star, Enero 22, 1848, inc: MECW, Vol.6, pp.469472; citado por S. Avineri (1968) en Karl Marx on Colonialism and Modernization {Doubleday: New York, p.43}). 4 (Engels: New York Tribune, Julio 21, 1858, MECW, Vol. 15, p.583) 5 (Marx, "The Future Results of the British Rule in India" (Los futuros resultados del dominio británico en la India), escrito Julio 22, 1853, en Marx and Engels on Colonialism, pp. 81-83). 6 ("Turkey", New York Daily Tribune, Abril 7, 1853, escrito por Engels por pedido de Marx, citado por S. Avineri (1968) en Karl Marx on Colonialism and Modernization (Doubleday: New York, p. 54). 7 (The Outbreak of the Crimean War -Muslims, Christians and Jews in the Ottoman Empire (El estallido de la Guerra de Crimea -musulmanes, cristianos y judíos en el Imperio Otomano), New York Daily Tribune, Abril 5, 1854, citado por S. Avineri (1968) en Karl Marx on Colonialiam and Modernization (Doubleday: New York, p. 146). 8 ("The Outbreak of the Crimean War - Muslims, Christians and Jews in the Ottoman Empire" (El estallido de la Guerra de Crimea -musulmanes, cristianos y judíos en el Imperio Otomano), New York Daily Tribune, Abril 15, 1854, citado por S. Avineri (1968) en Karl Marx on Colonialism and Modernization (Doubleday: New York, p.144). 9 ("The Outbreak of the Crimean War- Muslims, Christians and Jews in the Ottoman Empire" (El estallido de la Guerra de Crimea- mulmanes,cristianos y judíos en el Imperio Otomano), New York Daily Tribune, Abril 15, 1854, citado por S. Avineri en Karl Marx on Colonialism and Modernization {Doubleday: New York, p. 146}).