La paz y tranquilidad de la catarsis
Ayotzinapacatarsis Domingo 27 Septiembre, 2015
http://www.jornadaveracruz.com.mx/seccion/editorial/
En Xalapa, en Poza Rica, en el Distrito Federal, en Londres, en Madrid, París, Montevideo, Buenos Aires, en la Paz, en Berlín, Chicago, Nueva York, fue recordada la desaparición y asesinato ocurrido hace un año en Iguala.
No hay un lugar en el mundo donde la frívola inutilidad del gobierno federal no haya sido exhibida y denunciada. Cuesta trabajo entender cómo un gobierno tan deslegitimado por su corrupción exhibida, tan alejado del interés y preocupaciones de los gobernados siga impertérrito en funciones.
Hay una malhadada combinación de razones que hacen de México un país pasmado. En este país se video graban magnicidios (Colosio); se estafa al pueblo para salvar la banca y la deuda se le endilga a los estafados (Fobaproa); se mandan quemar bodegas/guarderías para ocultar evidencias; se declaran cruentas guerras intestinas para legitimar lo ilegitimable; se compran presidencias y pasa absolutamente nada.
Los gobernados parecemos preferir las puestas en escena democráticas cada tres años y creer en ellas, para evitarnos asumir la responsabilidad personal de hacer que las cosas cambien, castigar a los corruptos y dejar de elegir simuladores perpetuadores en el Congreso por el mero incentivo de las baratijas clientelares.
El cretinismo nos acogota, somos capaces de elegir un petimetre de ínfulas criollas como gobernador por el sólo hecho de que se presenta con el ropaje envilecido de las preocupaciones ecológicas, y vivir después convencidos de que eso es democracia.
La indignación, desigual si se quiere, pero bastante extendida, toma las calles para repudiar lo improcesable del hecho palmario del que ha pasado un año en que el Estado desaparece a 43 estudiantes, pero permite sobre bases diarias, los atropellos sobre los gobernados. Alzas de impuestos, la gasolina más cara del mundo, lo mismo que las carreteras concesionadas a corruptas empresas españolas dirigidas por mexicanos; y pasa nada. Tienen razón los gobiernos cuando apuestan al cansancio y al olvido. Al fin y al cabo pasa nada.
Normalmente México ve a Guatemala con aires de superioridad, empeorar es salir de Guatemala para entrar en Guatepeor; pero a Guatepeor, si se entra por tierra se lo hace por Tapachula, o se atraviesa a nado y en cámaras de llantas por el Usumacinta. Guatemala recién depuso a un presidente, una vicepresidente y a 40 funcionarios por corrupción, por menos de lo que ha pasado y pasa en México. Pero aquí pasa nada.
Está muy bien el coraje y la indignación solidarias con los padres de los 43 pero sirve de nada si no se continúa en todo los demás, si se acepta la realidad a modo impuesta por políticos que representan nada salvo los interés de élites realmente pequeñas.
No hay un lugar en el mundo donde la frívola inutilidad del gobierno federal no haya sido exhibida y denunciada. Cuesta trabajo entender cómo un gobierno tan deslegitimado por su corrupción exhibida, tan alejado del interés y preocupaciones de los gobernados siga impertérrito en funciones.
Hay una malhadada combinación de razones que hacen de México un país pasmado. En este país se video graban magnicidios (Colosio); se estafa al pueblo para salvar la banca y la deuda se le endilga a los estafados (Fobaproa); se mandan quemar bodegas/guarderías para ocultar evidencias; se declaran cruentas guerras intestinas para legitimar lo ilegitimable; se compran presidencias y pasa absolutamente nada.
Los gobernados parecemos preferir las puestas en escena democráticas cada tres años y creer en ellas, para evitarnos asumir la responsabilidad personal de hacer que las cosas cambien, castigar a los corruptos y dejar de elegir simuladores perpetuadores en el Congreso por el mero incentivo de las baratijas clientelares.
El cretinismo nos acogota, somos capaces de elegir un petimetre de ínfulas criollas como gobernador por el sólo hecho de que se presenta con el ropaje envilecido de las preocupaciones ecológicas, y vivir después convencidos de que eso es democracia.
La indignación, desigual si se quiere, pero bastante extendida, toma las calles para repudiar lo improcesable del hecho palmario del que ha pasado un año en que el Estado desaparece a 43 estudiantes, pero permite sobre bases diarias, los atropellos sobre los gobernados. Alzas de impuestos, la gasolina más cara del mundo, lo mismo que las carreteras concesionadas a corruptas empresas españolas dirigidas por mexicanos; y pasa nada. Tienen razón los gobiernos cuando apuestan al cansancio y al olvido. Al fin y al cabo pasa nada.
Normalmente México ve a Guatemala con aires de superioridad, empeorar es salir de Guatemala para entrar en Guatepeor; pero a Guatepeor, si se entra por tierra se lo hace por Tapachula, o se atraviesa a nado y en cámaras de llantas por el Usumacinta. Guatemala recién depuso a un presidente, una vicepresidente y a 40 funcionarios por corrupción, por menos de lo que ha pasado y pasa en México. Pero aquí pasa nada.
Está muy bien el coraje y la indignación solidarias con los padres de los 43 pero sirve de nada si no se continúa en todo los demás, si se acepta la realidad a modo impuesta por políticos que representan nada salvo los interés de élites realmente pequeñas.
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