Los independentistas ganan las elecciones y pierden su plebiscito
Junts pel Sí, la formación de Artur Mas, tendrá que pactar con la izquierda alternativa
Los soberanistas rozan, pero no alcanzan, la mayoría absoluta de votos
MIQUEL NOGUER Barcelona 28 SEP 2015 - 01:44 CEST
El independentismo catalán vio cumplido este domingo su objetivo de ganar claramente las elecciones en Cataluña al lograr Junts pel Sí y la CUP la mayoría absoluta del Parlamento autónomo. Pero los dos partidos no lograron rebasar el 50% de los votos, lo que puede dar alas al Gobierno para frenar el plan secesionista que ha liderado el presidente catalán, Artur Mas. Ciudadanos, segunda fuerza,destronó al PSC y al PP como principales formaciones no independentistas en Cataluña.
Mas y el conjunto del independentismo había planteado el 27-S como un plebiscito sobre la independencia, algo que el resto de partidos acabaron por asumir no sin avisar antes de que nunca aceptarían la secesión unilateral. La candidatura de Mas ganó claramente las elecciones, pero no el plebiscito, ya que el independentismo se quedó con el 47,8% de los votos. Con todo, la victoria de los independentistas en las elecciones es inapelable. Con el l 97,8% de los votos escrutados, Junts pel Sí consiguió 62 escaños, a los que hay que sumar los diez de la CUP. Con 72 escaños el independentismo tiene la mayoría absoluta del Parlamento, situada en los 68 diputados, pero ahora tendrá que lidiar con la falta de una mayoría popular clara, con un Gobierno hostil y, desde hoy mismo, con la heterodoxa composición tanto de Junts pel Sí como de la CUP. De hecho, desde hoy estará en juego incluso la continuidad de Mas, pues la CUP aseguró que no piensa votar favorablemente su investidura, algo que los resultados de ayer hacen imprescindible. Esta situación quedó reflejada en la cara del presidente, muy tensa, que contrastaba con la algarabía de las bases soberanistas. A la misma hora, el candidato de la CUP, Antonio Baños, ya lanzó un aviso: “Mas no es imprescindible”.
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El presidente catalán dijo contar con “gran legitimidad” para avanzar hacia la independencia y pidió al Gobierno “que acepte la victoria de Cataluña y del sí”. También negó que deban contarse los votos en lugar de los escaños. “Si hubiéramos hecho un referéndum como el escocés, hubiéramos contado solo votos”, dijo.
Este lunes comenzarán las negociaciones entre Junts pel Sí y la CUP. Los dos partidos tienen el objetivo de alcanzar la independencia de Cataluña, pero difieren en la forma y en los tiempos de hacerlo, lo que puede complicarlo mucho todo.
El proyecto de la lista que comparten Artur Mas y Oriol Junqueras comienza con una declaración de inicio del proceso de independencia, que se realizaría en el Parlamento autónomo en las primeras semanas de la legislatura. El conjunto del plan hacia la independencia se llevaría a cabo en 18 meses. La CUP, en cambio, es partidaria de una declaración de independencia inmediata y de una ruptura general del actual sistema político.
Ciudadanos fue el gran vencedor de la noche, pese a quedar a casi 40 escaños del ganador. El partido logró el segundo puesto del Parlamento catalán con 25 diputados, un resultado inimaginable para la formación de Albert Rivera hace apenas dos años. Ciudadanos ha capitalizado, pues, el voto de los contrarios a la independencia por desespero de los socialistas y, especialmente, del PP, que se han visto relegados.
La candidata de Ciudadanos, Inés Arrimadas, hizo anoche una declaración de intenciones tras imponerse como segunda fuerza en buena parte de las grandes ciudades. Pidió la dimisión de Mas y nuevas elecciones en Cataluña argumentando que “la mayoría de ciudadanos ha dado la espalda al proyecto independentista”.
Los otros partidos de ámbito nacional cosecharon malos resultados. Solo el PSC salvó los muebles gracias a la extraordinaria movilización del cinturón industrial de Barcelona, que llevó la participación global hasta el 77%. El partido de Miquel Iceta perdió cuatro de los 20 diputados que tenía, un resultado mediocre que quedó disimulado por la falta de una mayoría absoluta de Junts pel Sí y por el desplome del PP que se quedó en el penúltimo puesto del Parlament con solo 11 escaños.
También obtuvo un pésimo resultado la confluencia entre Podemos e Iniciativa (Catalunya sí que es Pot). La formación que ha avalado el líder de Podemos, Pablo Iglesias, se ha quedado con 10 escaños, tres menos de los que logró ICV en solitario hace tres años. Ello obligará a replantear la estrategia de Podemos con vistas a las generales y a su expansión territorial. Peor le fue todavía a Unió Democràtica, la escisión de CiU, que se presentaba con un programa nacionalista no rupturista. No logró ni un solo diputado. Su líder, Josep Antoni Duran, puso el cargo a disposición del partido.
El resultado será complicado de gestionar tanto para los ganadores como para el Gobierno. El Ejecutivo de Mariano Rajoy, satisfecho por la falta de una mayoría independentista en votos, no piensa hacer nada hasta las elecciones de diciembre. Las urnas dirán después quién debe gestionar la carpeta catalana.
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