viernes, 16 de enero de 2015

Crisis de la democracia

Crisis de la democracia

Francisco Javier Chaín Revuelta

En la llamada “crisis de la democracia” se celebraba el resultado de los esfuerzos de los sectores marginados de la población para organizar y presionar a favor de sus demandas, creando así una carga extra que impide que el proceso democrático funcione correctamente.

En épocas pasadas los gobernantes habían sido capaces de gobernar un país con la cooperación de un número relativamente pequeño de abogados y de banqueros y en esos períodos no existía “crisis de la democracia”

Pero desde la década de 1960 la crisis se desarrolló y alcanzó proporciones graves. Por tanto los gobernantes se pronunciaron por una “moderación en la democracia” para mitigar el exceso de democracia y superar la crisis.

Poniéndolo en términos llanos, el público en general debe reducirse a su apatía y a la obediencia tradicional  y ser  expulsado de la arena del debate y la acción política  si la democracia ha de sobrevivir.

Esta situación refleja las percepciones y los valores de las élites liberales de los países imperiales y de sus países satélites. A la derecha, la percepción es que la democracia se ve amenazada por los esfuerzos de organización de los llamados “intereses especiales”, un concepto de la retórica política contemporánea que se refiere a los trabajadores, los campesinos, las mujeres, los jóvenes, los ancianos, los discapacitados, las minorías étnicas, y así sucesivamente, en pocas palabras la población en general.

En todo tiempo y más en las campañas electorales los partidos formales minoritarios autodenominados de izquierda y diversas agrupaciones populares fueron y son acusados de ser el instrumento de estos intereses especiales y así socavar “el interés nacional” Esta acusación tiene poco sustento, más bien representan otros elementos de interés y participan con pocos escrúpulos en el giro hacia la derecha de los grupos de élite que se ocupan del desmantelamiento de los programas estatales diseñados para proteger a los pobres y desfavorecidos, de transferir recursos a los ricos; de convertir al estado, incluso más que antes, a un estado de bienestar para los privilegiados; y la expansión del poder del Estado y el sector estatal  a través del sistema militar impuesto a nivel nacional, un dispositivo para obligar al público a subsidiar la industria de alta tecnología y a proporcionar  un mercado garantizado por el estado para su producción de residuos.


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